lunes, 7 de junio de 2010

Historia de España. Selectividad

Para la Reflexión

Por cortesía de Rosa os adjunto este texto que creo que debe dar pie a la reflexión

AUGUSTO ZAMORA R.

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"Han empezado a celebrarse, en distintos países de Hispanoamérica, los 200 años del inicio de las guerras de independencia. Como ha sido tradición, los oropeles siguen sepultando las realidades y derechas e izquierdas celebran el episodio como epopeya. Dado el peso de los mitos creados por las oligarquías triunfantes, es tarea aún pendiente analizar con ecuanimidad los procesos independentistas que, vistos sus resultados, derivaron en una catástrofe histórica de una magnitud tal que llevará 300 años repararla.

La independencia fue resultado de factores exógenos, desatados por las guerras napoleónicas, que comenzó a gestarse con el desastre de Trafalgar, en 1803, que dejó a España sin flota de guerra y, por tanto, debilitada en sus comunicaciones con los dominios americanos. Trafalgar fue el primer acto de la tragedia que se avecinaba. El último, la invasión de España por Napoleón, que provocó la desarticulación del país.

Los que serían llamados libertadores eran un puñado de ricos hacendados, educados en Europa y unidos en su devoción hacia lo británico. Todos desfilaron por Londres, pidiendo la intervención inglesa, incluso una europea, para alcanzar su idea independentista. No debe, pues, extrañar la tradición de las oligarquías criollas de recurrir a la intervención extranjera como medio de mantenerse en el poder.

Otra funesta tradición dejaron los padres fundadores: entregar las economías nacionales a potencias extranjeras. Los gobiernos de Buenos Aires, Bogotá y Río de Janeiro (después seguirían los demás) firmaron, entre 1810 y 1815 –antes de concluir las guerras independentistas–, tratados de libre cambio (hoy libre comercio) como pago por el apoyo británico. Inglaterra pasó a controlar las economías emergentes. Los tratados de libre cambio provocaron la desaparición de las industrias locales y, con ello, cualquier germen de industrialización. Los nuevos países quedaron obligados a ser exportadores netos de materias primas –en ello siguen– e importadores de manufacturas. Inauguraron, así, el neocolonialismo. No se construyeron estados nacionales, sino estados oligárquicos, basados en el latifundismo, la exclusión de los pueblos, la dependencia extranjera y el oscurantismo. No hubo sitio para la ciencia ni lo científico.

Mito mayor es que la independencia liberó a los pueblos de la opresión. Estos siguieron tanto o más oprimidos que antes. La independencia fue formal, pues las oligarquías sólo sustituyeron Madrid por Londres. De aquel maridazgo surgió la alianza entre oligarquías e imperios, británico en el siglo XIX, estadounidense en el siglo XX. Cuando EEUU irrumpió en la región, el sometimiento a lo extranjero estaba tan arraigado en las oligarquías que aceptaron sin traumas al nuevo amo. Sólo cambiaron el bombín inglés por el sombrero tejano; Londres por Washington. El idioma era el mismo.

La suerte corrida por los indígenas es la página más negra de la independencia y, por supuesto, una de las más desvirtuadas. Las Leyes de Indias, con todas sus carencias, reconocieron derechos a los pueblos indígenas que ninguna otra potencia colonial reconocería jamás en siglos posteriores. Derecho a la lengua y a sus leyes, derecho a territorios propios y protección mínima ante los abusos de encomenderos y patrones. Todo este sistema legal fue suprimido de un plumazo por las oligarquías. Sumidos en un desamparo total, las tierras indígenas cayeron en manos de latifundistas y extranjeros, se les negaron todos sus derechos y, por último, se les masacró sin piedad.

En 1824 comenzó, en Argentina, la primera “campaña del desierto”, guerra de exterminio para expoliar de sus tierras a los indígenas. No obstante, el primer genocidio planificado de la era contemporánea ocurrió en Uruguay en 1831. Ese año, el presidente Fructuoso Rivera reunió con engaños a los charrúas en un sitio –macabramente bautizado después como “Salsipuedes”– donde 1.200 soldados exterminaron a los indígenas. Entre1860 y 1885, los mapuches sufrieron una guerra implacable del Ejército chileno. Todavía hoy, los pueblos indígenas luchan denodadamente por que se reconozcan sus derechos, y no pocos de ellos invocan –para quien quiera entender– títulos de la Corona española como prueba de sus derechos a las tierras ancestrales. Los indígenas fueron los grandes derrotados, sacrificados y olvidados de las guerras de independencia.

Los países, en fin, se vieron sumidos en cruentas, destructivas e interminables guerras civiles, cuartelazos e intervenciones extranjeras. México perdió, en 1849, la mitad de su territorio. Brasil obtuvo cerca de dos millones de kilómetros cuadrados de sus vecinos. Las guerras limítrofes, alentadas por Inglaterra, fueron una inmensa tragedia para Paraguay, en 1870, y para Bolivia, en 1883. Inglaterra se apoderó de las Malvinas, Guyana, Belice y la Mosquitia. Latinoamérica, en 1860, estaba más pobre, arruinada y postrada que nunca.

En contra de lo que se afirma, las guerras de independencia fueron todo menos revolucionarias. Al revés. Constituyeron el mayor movimiento contrarrevolucionario de la historia regional, que apartó a Latinoamérica de los poderosos cambios que se dieron en Europa y EEUU entre 1830 y 1890. Reducida a neocolonia británica, la región no supo del Estado moderno ni del capitalismo, menos aún de revoluciones industriales. De todo ello Latinoamérica fue apartada y fue, el XIX, un siglo perdido. Las raíces de su subdesarrollo, justamente, están en ese siglo. No hubo recuperación hasta finales del XIX y, en muchos casos, hasta el XX. Recuperación tardía, pues para entonces EEUU era una potencia mundial y Latinoamérica una región anclada en el siglo XVIII. Doscientos años después, buena parte de esas estructuras siguen en pie. ¿Algo, en verdad, que celebrar?"

Augusto Zamora R. es autor de ‘Ensayo sobre el subdesarrollo. Latinoamérica, 200 años después’

sábado, 5 de junio de 2010

Cambios de modos de vida

La sociedad española se ha visto sometida a cambios tan rápidos que solo la vuelta de los ojos a nuestro pasado inmediato, a ese que vivimos en nuestra infancia y adolescencianos nos hace percivirlos

¿Te acuerdas? - Los afiladores


viernes, 4 de junio de 2010

El 23F, el intento de destruir el sistema democrático

  • Las imágenes y sonidos de unos sucesos que dieron la vuelta al mundo
  • El fracaso del golpe contribuyó a la definitiva consolidación democrática
  • Antonio Tejero fue en 1996 el último condenado en salir de la cárcel
  • Vuelve a ver la miniserie '23-F: el día más difícil del Rey'
Ir a fotogalería El teniente coronel Tejero durante el asalto al Congreso el 23-F de 1981

El teniente coronel Antonio Tejero, pistola en mano, durante el asalto al Congreso el 23-F de 1981.rtve

Ir a fotogalería el-pas-1

Hasta cinco ediciones sacó El País desde la tarde-noche del 23 hasta el día 24. La primera recogía un editorial condenando el golpe.tve

Audios relacionados

El sonido en bruto del golpe de Estado del 23-F

NICOLÁS FABELO - MADRID 19.02.2010El 23 de febrero de 1981, la joven democracia española vivió su prueba más difícil. Militares nostálgicos del antiguo régimen protagonizaron un intento de golpe de Estado que pudo haber acabado en un baño de sangre o una nueva dictadura. El resultado final fue la consolidación definitiva del sistema democrático, aunque a costa de un retraso en el proceso de descentralización del Estado. La intentona golpista no fue un hecho del todo inesperado, dado el amplio malestar existente en sectores del Ejército por el cambio político emprendido tras la muerte de Franco.

Todo empezó a las 18.23 horas, cuando un pelotón de guardias civiles al mando del teniente coronel Antonio Tejero irrumpió en el Congreso de los Diputados mientras se votaba la investidura como nuevo presidente de Leopoldo Calvo Sotelo (UCD). Éste debía suceder en el cargo al dimisionario Adolfo Suárez, también de la coalición centrista UCD.

El forcejeo de Tejero con el general Manuel Gutiérrez Mellado (vicepresidente del Gobierno) y los posteriores disparos al techo realizados por los asaltantes no presagiaban nada bueno. Sólo permanecieron en su asiento, desafiando la orden de tirarse al suelo, el propio Gutiérrez Mellado, el presidente Suárez y el dirigente comunista Santiago Carrillo. Diputados y senadores quedaban secuestrados en el edificio representativo de la soberanía popular, dejando al país entero en vilo.

Un capitán que acompañaba a Tejero adelantó a los parlamentarios la pronta llegada de una 'autoridad militar competente' para disponer lo que fuese procedente. Ante la situación creada, se constituyó en el Ministerio del Interior un Gobierno provisional de subsecretarios que asumió las funciones del ejecutivo secuestrado en las Cortes. El director de la Seguridad del Estado, Francisco Laína, se puso al frente de dicho gabinete de crisis. El jefe del Estado Mayor del Ejército, José Gabeiras, apoyó el orden democrático y entabló contacto telefónico con Laína.

Fiel también al ordenamiento constitucional, el director general de la Guardia Civil, el general José Luis Aramburu Topete, se dirigió al Congreso para emplazar a Tejero a rendirse. El teniente coronel golpista se mantuvo firme, llegando a amenazar a Aramburu con pegarle un tiro y luego suicidarse. A la vista de su empecinamiento, el jefe de la Benemérita decidió retirarse.

Estado de excepción en Valencia

Ya de noche, los tanques salieron a las calles de Valencia por orden del teniente general Jaime Milans del Bosch, quien declaró el estado de excepción en su región militar. Otros militares sediciosos como el general Luis Torres Rojas y el comandante Ricardo Pardo Zancada intentaron que se sumasen al golpe las fuerzas de la División Acorazada Brunete: pretendían con ello asegurar el control de puntos estratégicos de Madrid como la sede de RTVE.

Las instalaciones de Prado del Rey permanecieron ocupadas por varios destacamentos de la Brunete alrededor de dos horas, en las que Televisión Española alteró su programación y Radio Nacional emitió marchas militares. La intervención de los generales José Juste (jefe de la Brunete) y Guillermo Quintana Lacaci (capitán general de la primera región militar) impidió que los golpistas pudiesen disponer del grueso de esta importante división.

El general Alfonso Armada, pieza importante de la trama golpista, entró en el Congreso sobre las 23.50 horas para despachar con Tejero. Quiso erigirse en jefe de un gobierno de concentración nacional, pero no logró convencer a Tejero, quien abogaba por la creación de una junta estrictamente militar. La suerte del golpe quedó echada tras la intervención del Rey en TVE en torno a la una y cuarto de la madrugada: el monarca ordenó expresamente a los militares sublevados que se retirasen a sus cuarteles. Pasado el mediodía del 24 de febrero, los asaltantes del Congreso se entregaron tras haber liberado a los diputados retenidos. El resto de los golpistas ya estaban a disposición de la justicia militar.


La jornada del 24-F fue testigo de una de las manifestaciones ciudadanas más multitudinarias de la historia de España: un millón y medio de personas se congregaron en Madrid detrás de una pancarta que rezaba 'Por la libertad, la democracia y la Constitución'.

Condenas de hasta 30 años

El macrojuicio del 23-F, celebrado en Madrid ante el Consejo Supremo de Justicia Militar, se saldó el 3 de junio de 1982 con duras condenas para los rebeldes. Tejero y Milans del Bosch fueron condenados a 30 años de cárcel. Otras 28 personas recibieron penas de entre un año de suspensión de empleo y 6 años de prisión. El Tribunal Supremo aumentó en 1983 las condenas: de 5 a 10 años para el coronel Diego Ibáñez Inglés (colaborador de Milans en Valencia); de 6 a 12 para Torres Rojas y Pardo Zancada; y de 6 a 30 para Armada. En 1996, tras la salida de la cárcel de Tejero, los protagonistas del fallido golpe ya se hallaban en libertad. Todos ellos se beneficiaron de indultos.

Uno de los secretos aún por desvelar del 23-F es la identidad del llamado 'Elefante Blanco', la alta personalidad militar que supuestamente debía presentarse en las Cortes y hacerse con las riendas del golpe. Algunos analistas consideran que el 'Elefante Blanco' era un mero símbolo del Ejército en su conjunto. Otros atribuyen ese título a Armada, quien siempre lo ha negado.

Sólo 20 meses después de la fracasada sublevación militar, el PSOE llegaba al poder con una abultada mayoría absoluta. Muchos historiadores marcan el final de la Transición en esas elecciones de octubre de 1982 que convirtieron en presidente a Felipe González. Tomado de RTVE

El Pan en la dieta de los españoles


El pan es un alimento fundamental dentro de la dieta mediterránea junto con otros cereales, el aceite de oliva, las frutas, verduras, etc. Es una fuente importante de hidratos de carbono, fibra, vitaminas del grupo B, y minerales.

Los hidratos de carbono que aporta ayudan a equilibrar el porcentaje de proteínas, grasas y glúcidos que el organismo necesita diariamente. Además de ser rico en hidratos de carbono (almidón) el pan contiene una media de 10 g de proteínas, Tiamina, Niacina y algunos minerales como el calcio, fósforo y potasio.

Históricamente, el pan ha sido la base de la alimentación del hombre. Lo ha acompañado a lo largo de su historia y ha estado presente en todas las culturas mediterráneas a lo largo de los tiempos. El pan ha sido el sustento principal de desfavorecidos, utilizado como acompañamiento en comidas de las clases privilegiadas, como vianda de viajeros, como moneda de pago de los trabajadores y como símbolo de riqueza y poder.

El pan integral a diferencia del pan blanco se hace con harina integral, conservando el germen y el salvado del grano del trigo. Es por ello que contiene más fibra, vitaminas del grupo B y ciertos minerales. Su alto aporte de fibra dietética ayuda a combatir el estreñimiento. 100 gramos de pan blanco aportan 290 calorías, mientras que 100 gramos de pan integral aportan 243 calorías.

Por todo lo anterior se insiste en la importancia de que tanto el pan como los cereales formen parte de la dieta habitual de la población, tanto sana como con exceso de peso, ya que cumplen un papel muy importante para garantizar la salud.

Pero aunque el consumo de pan se ha ido reduciendo de forma considerable en los últimos años, ha tenido momentos de alta importancia en la economía de las clases populares, cuando el encarecimiento del mismo tenía importantes repercusiones, Puedes ver el vídeo que se enlaza para ver sobre uno de esos momentos en la Hª del s. XX

Prueba de la PAU 2009


Pruebas de la PAU 2009, y sus soluciones


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La Constitución Española



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