martes, 20 de enero de 2015

La Comida y la salud de los Tercios de Flandes

La comida del soldado raso comprendía un kilo aproximado de pan o bizcocho, una libra de carne y media de pescado y una pinta de vino, más aceite y vinagre, lo que aportaba de 3300 a 3900 kilocalorías diarias. Hay que saber que el soldado se tenía que preparar su propia comida, aunque la preparación de algunos alimentos corría a cargo de cada uno de los camaradas en los fogones del campamento.
El envío de tropas y dinero desde España a los Países Bajos por mar, se convirtió después de 1568 en un asunto extremadamente riesgoso y como el aprovisionamiento de los ejércitos europeos por tierra era primitivo, todo lo que necesitaban los soldados se requisaba en el mismo lugar por donde pasaban las tropas.
Acampaban donde les venía en ganas, exigían de los pobladores que los alojaran y alimentaran gratis, de manera que resultaba tremendamente dificultoso a las familias dar de comer a tanta gente cuando ellos mismos no tenían y por otra parte, era difícil encontrar poblaciones que pudieran dar satisfacción a la demanda de tan numerosas tropas.
Se optó entonces por llegar a Flandes, siempre por tierra, a través del Camino Español, camino ya utilizado por comerciantes pero el que más se frecuentó para el abastecimiento militar.
Cada Tercio disponía de un médico, un cirujano y un boticario. Todas las compañías contaban con barbero para los primeros auxilios, y los heridos graves se trasladaban al hospital general, donde había enfermeros, médicos y cirujanos. Este hospital corría a cargo de los propios soldados mediante el llamado «real de limosna» (una cantidad que se les descontaba del sueldo), la venta de los efectos personales de los enfermos que fallecían sin hacer testamento o las donaciones que alguien hacía voluntariamente. Había aproximadamente un médico o cirujano por cada 2200 soldados, aunque los heridos podían llegar a ser tantos que desbordaran la capacidad de éstos. Lo cierto era que la mayoría de los soldados veteranos estaban cubiertos de cicatrices, y muchos acababan lisiados o mutilados sin ninguna compensación. Las amputaciones iban seguidas de la cauterización, y las curas de las heridas se hacían con maceraciones de vino o aguardiente y algunos ungüentos, pero eso no frenaba a veces la infección o las supuraciones, lo que acababa por degenerar en gangrena.
Información tomada de Wikipedia y de Historiadores de la Cocina


1 comentario:

  1. Que lindo articulo èste que habeis publicado,me ha gustado mucho,lo he encontrado muy interesante ya que soy una apasionada de la historia.Optimo post.Daniela

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